10.2.15

Receptivo

Subiendo por Fuencarral hacia la glorieta de Bilbao comprobé ayer cómo, en el tramo peatonal, cada pocos pasos, jóvenes intrépidos asaltaban con preguntas o propaganda a los caminantes. Pero no a mí. Sólo elegían a caminantes igualmente jóvenes. Vamos siendo invisibles, pensé. Por eso, en venganza, hice firme propósito de no prestarme a preguntas ni a propagandas en el caso de que éstas, antes o después, se produjeren. Y hete aquí que después, en el camino de regreso, bajando de nuevo por Fuencarral, se me acercó un joven no menos intrépido y con harta simpatía y desenvoltura preguntó: ¿Estás receptivo? No, contesté. Lo dije con cierta pena y aun con lástima, pero un propósito es un propósito.